PRÓLOGO LA MÚSICA
En el caso de la Semana Santa de Medina de Rioseco la escultura (elemento artístico material) y la música (elemento artístico inmaterial) son los dos elementos artísticos esenciales de la manifestación religiosa. Ambos campos artísticos nacieron juntos con la propia procesión: el Pardal anunciaba la llegada de la procesión y el Tapetán advertía el paso del reo Jesucristo en su martirio. Han pasado varios siglos y ambos elementos, música e imaginería, prosiguen vinculados cada Semana Santa imbricados en una simbiosis difícil de separar; si bien las esculturas son más que reconocidas a nivel internacional por su calidad, en este apartado, vamos a hablar del elemento artístico que no se ve y sin embargo no sólo es parte inherente de la procesión, sino que es por antonomasia, el elemento cultural canalizador de emociones y vivencias de los cofrades. Por tanto, realizamos una aproximación hacia La Música en la Semana Santa de Medina de Rioseco.
Cuando nacen las procesiones que concelebraban la Semana Santa en la ciudad de Medina de Rioseco la música iba aneja a los conjuntos escultóricos y así consta en algunos libros, por ejemplo, en 1.621 la iglesia de Santa Cruz paga por el gasto de ofrenda “a Valdés por tocar el atabal y a Pardal y sus compañeros por tocar las trompetas”. Asimismo, en los documentos de las distintas cofradías, hallamos diversas referencias a lo largo de los siglos relativas a pagos por tocar el órgano, por tañer clarines, al Pardal por anunciar la procesión, a los músicos por cantar la Salve, etc., por lo que se hace evidente que música y procesión escultórica riosecana convivieron desde un principio y gracias a la tradición han coexistido de una manera muy sólida hasta la actualidad.
A día de hoy no se podría concebir la Semana Santa de Medina de Rioseco sin los sonidos de El Pardal, ni de El Tapetán, ni de La Lágrima. Los dos primeros han pervivido desde los inicios de esta procesión siendo transmitida su música a través de la tradición oral, sin partitura alguna; por otro lado, mediante una singular combinación de transmisión oral y de papel pautado se interpreta una emblemática marcha fúnebre a la espectacular salida y recogimiento de los llamados “Pasos Grandes”, además de en otros actos relacionados con la vida semanasantera riosecana, pues precisamente su emblematicidad ha hecho que esta composición se haya convertido en el himno de la junta particular de la Semana Santa.
De un período más cercano tenemos varias formaciones musicales que con el transcurrir del tiempo se han establecido como partes integrantes y armonizadoras de la procesión. A mediados de la década de 1970 nace en Medina de Rioseco una banda de cornetas y tambores, aún vigente bajo el nuevo apelativo de “Santo Cristo de la Clemencia”. Otras formaciones surgieron posteriormente: “El Santo Cristo de la Paz”, creada en 1994 y la de “Jesús Nazareno de Santiago y la Santa Verónica”, fundada en 1995. La calidad musical de este trinomio de bandas ha sido reconocida en distintos certámenes y conciertos a nivel nacional siendo llamados a tocar en distintos e importantes lugares de la geografía española, siendo sus integrantes, por tanto, embajadores de la música y de la procesión de la Semana Santa de Medina de Rioseco.
Actuales Bandas de música, antigua Marcha Fúnebre a la Muerte de O’Donnell y arcaicos sonidos de Pardal y Tapetán son por tanto, en referencia a la Semana Santa de Medina de Rioseco, elementos esenciales e inseparables de la manifestación religiosa que superan el ámbito de la palabra tradición, pues en este caso no sólo es la tradición quien conserva la música, sino que es la música quien contribuye a mantener viva la memoria colectiva, y por tanto, la propia tradición; y es que la música forma parte del hombre en sí y de sus costumbres, y sin su presencia, la tradición podría perder su esencia, como sería el caso de la Semana Santa de Medina de Rioseco.