EL TAPETÁN
El término “Tapetán” se emplea en Medina de Rioseco indistintamente para hacer alusión a un instrumento, a un instrumentista o a un tipo de redoble. Veamos sus acepciones y significado:
El Tapetán es un tambor de madera y cuero revestido de un paño o tapete, de modo que cuando este membranófono es percutido se produce una sonoridad seca y apagada. La pulsación es regular de breve duración, calidad consistente y apenas penetrante, más bien parece un eco. El origen de El Tapetán está – muy posiblemente- en un atabal que, probablemente debido al recogimiento sonoro requerido en estos días de luto, se taparía con tela. Respecto a la génesis de este singular apelativo, son diversas las hipótesis que pueden argumentar tal vocablo, personalmente creo que el término tapetán procede de la distorsión, debido a la transmisión oral, del arcaico vocablo tapatán. La palabra culta dio lugar a esta pseudo variante local que se toma como única y propia (en caso similar al de El Pardal).
Tapatán → | Distorsión en la transmisión oral → |
“Tapetán” |
La definición expuesta es algo generalizada pues cada tapetán es distinto: son tambores con medidas distintas y membranas diferentes; sin embargo, al estar la membrana recubierta de una fuerte tela, podemos escuchar timbres muy semejantes, que no iguales.
El Tapetán se toca sólo en algunos pasos, concretamente en aquellos “que representan los martirios y la subida al Calvario” antes del óbito de Jesús. En el caso de Medina de Rioseco podemos escuchar El Tapetán cada Jueves Santo bajo los pasos de: La Flagelación, Jesús Atado a la Columna, Ecce-Homo, Jesús Nazareno de Santiago y Santa Verónica, Jesús Nazareno de Santa Cruz y Nuestro Padre Jesús de La Desnudez. Cada Tapetán es propiedad de su cofradía y se cubre con los colores propios de la misma, lo tañe una persona por conjunto escultórico, y por lo general, debajo del tablero del mismo. El toque de El Tapetán se ejecuta esporádicamente, generalmente cuando el paso está parado; suelen ser niños cofrades quienes lo percuten y quienes recibirán ese día el calificativo de tapetanes.
Dos aspectos son comunes entre los distintos pasos, a saber
1.- El redoble con su antiquísima secuencia rítmica:
El toque del Tapetán. La secuencia expuesta aquí es la más antigua y tradicionalmente empleada. |
Hacemos un inciso para señalar que su discurso rítmico, en buena medida ligado a las características propias del instrumento, fue transmitido mediante la transmisión oral o propiamente instrumental, que no por partitura, en el siglo XX nació una variante, menos utilizada que se conoce como “el toque corto”:
Variante nacida ya en el siglo XX, podría proceder de un juego de palabras que, a la vez que hacía referencia a lo que se cobraba por tocar el instrumento, serviría como recurso mnemotécnico. Véanse las diferencias rítmicas que motiva el ajuste textual. |
2.- La peculiar manera de asir las baquetas:
El Tapetán se ciñe a la altura de la cintura de modo que el tambor queda horizontal al suelo, esto motiva que las baquetas se cojan fuertemente con los puños apuntando hacia el pecho y los codos bien abiertos. Peculiaridades y complejidades del toque:
El tambor queda horizontal, el redoble es rápido (77 golpes en poco menos de 10 segundos) el tambor de membrana de cuero está cubierto de fuerte tela y se ha de hacer escuchar. El principio de heredabilidad de este cargo obedece a la voluntariedad de los propios hermanos de gremio, por tanto, es susceptible de ser percutido por distintos cofrades o incluso por personas contratadas ajenas a la cofradía que habrán de aprender su singular secuencia rítmica.
Una última reflexión relativa al Tapetán y que podría aplicarse del mismo modo al Pardal es la siguiente: En las cofradías riosecanas diversos aspectos han ido modificándose con el paso del tiempo (tableros, hermanos, estatutos, escapularios, faroles, etc., y en algunos casos incluso las propias imágenes), todo ha ido variando salvo el sonido redoblado de El Tapetán. Sus arcaicos redobles son el vínculo existente entre los cofrades de otras épocas y los actuales de modo que todos los hermanos de una misma cofradía, independientemente de la época, comparten un hecho: haber escuchado bajo su paso la misma secuencia rítmica de El Tapetán. He aquí la grandeza musical de la Semana Santa riosecana y de la música en sí: un simple tambor tapado que apenas se oye contiene la esencia donde se forja la tradición, es el vínculo inalterado entre pasado y presente. La música de El Tapetán no es recuerdo sino, más bien, continuidad